Labios pintados con rouge rojo. La piel blanquísima. Melena oscura, al hombro y con ondas. Enfundada en corsets, puntillas y portaligas, sugiere. Siempre sugiere, pero nunca muestra ni un centímetro de más. Cuando nació, hace 37 años en un pueblo de Michigan, no era Dita. Tampoco Von Teese. Llegó a este mundo como Heather Sweet, pero pronto supo que no encajaba en ese nombre. Su fascinación, desde pequeña, por el cine de la década del ’40 y por esas actrices de cinturas ajustadas y miradas misteriosas marcó su destino. Dita es modelo erótica. Dita es bailarina de burlesque. Dita trabajó en películas porno y fue niña mimada de la revista Playboy. Dita se luce en las pasarelas del mundo: es la reina del estilo vintage, su look pin-up marcó –y sigue marcando- tendencia. Dita es todo y más.
Infaltable en las fiestas más top del ambiente, imagen de primerísimas marcas, musa inspiradora de diseñadores de la talla de Jean Paul Gaultier o Vivienne Westwood, autora de dos libros (uno sobre burlesque y otro sobre fetichismo), en el amor las cosas no le han resultado tan bien.
En el 2005 se casó con Marilyn Manson. Sí, el mismo, el famoso músico de aspecto extraño y uñas pintadas. Aunque el matrimonio duró poco: en 2007 ella presentó la demanda de divorcio ante una infidelidad de él con la actriz Evan Wood.
Otra pareja que se le conoció fue el actor Peter Sarsgaard. Pero adivinen cómo terminó… El la engañó teniendo un romance con la modelo canadiense Shalom Harlow.
Stripper, empresaria, ícono. Esta es la historia de la mujer que reencarna a las divas del cine de oro pero que, como la mayoría de ellas, es desafortunada en el amor.
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