El libro que esta dando que hablar: “Él vino a libertar a los cautivos”, Satanás no quiere que lo leas

Imagine un libro cuyo prólogo advierte al lector que no podrá avanzar en la lectura si no se arrodilla y pide a Dios valor para lograrlo. La advertencia que hace la autora es clara: “Satanás no quiere que lo leas”.

Usted, que no cree sino en la carne y en lo percibido por los sentidos, se ríe de la nota preliminar y comienza a leer el Capítulo 1 de una vez.

“Desde el primer momento que entró al edificio por aquella puerta, sintió que aquel lugar tenía un algo diferente. Era como una oscuridad flotante…”

Las páginas pasan como hojas que caen, la lectura es veloz, pero el miedo en el lector se agiganta. Parece cierto: hay alguien que no quiere que lea este libro.

Rebecca y Elaine, dos siervas leales a sus amos. Una al servicio de Jesucristo y la otra al de Satanás. La cosa va en serio.

Elaine es una de las brujas más poderosas de los Estados Unidos. Los satanistas la obedecen y todos juntos luchan contra la doctora Rebecca Brown, quien los enfrentó y venció porque más fuerte era el que estaba con ella.

El amor de Cristo desconcierta a la satanista. Ya quiere dejar todo eso, pero no la dejan. La persiguen, la intentan asesinar, los adoradores de Lucifer están infiltrados en los estratos más poderosos de la sociedad sin saber que su amo los desprecia.

Más allá de las demasiadas críticas que ha recibido la doctora Rebecca Brown por este libro –críticas de las que advierte por considerarse perseguida– hay que aceptar que, como pocos textos, en él se habla con suma sinceridad de lo que representa la guerra espiritual por las almas.

Porque cada vez que alguien acepta a regañadientes que le den el mensaje de amor que predicó Cristo, algo pasa, un sonido, una canción lejana, una distracción, un celular, no tengo tiempo, lo siento. Y nada de eso es casualidad. Satanás no quiere que sepa que Cristo lo ama y dio su vida por usted.

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“Él vino a libertar a los cautivos” está muy bien escrito. Es un libro que de verdad provoca, de esos que usted se devoraría en tres sentadas. Pero no podrá con el terror si no ora antes, porque el mayor miedo es el que parte de hechos que uno sabe que son verdad.