El celoso identifica amor con posesión y, por extensión, con exclusividad. Los celos constituyen un mecanismo de control que pretende evitar esa pérdida, independientemente de si existen causas objetivas que motiven la inquietud. Según la psicología, los celos suelen darse en individuos dependientes que reaccionan negativamente ante la posibilidad de lo que ellos consideran como un abandono. El celoso, ante todo, quiere una relación blindada.
La raíz de los celos, como de todas las emociones, se halla en la infancia que vertebra las pautas de la conducta y de los apegos (Luna), básicamente, porque el niño no es autónomo y para sobrevivir depende de sus padres, especialmente, de su madre, su fuente de nutrición a todo nivel. El niño también experimenta celos por diferentes causas, sobre todo por la aparición inquietante de intrusos, es decir, de nuevos hermanos, que le quitan protagonismo y pueden obligarle a renunciar a algunos privilegios. El celoso, como el niño, es egoísta porque reclama sacrificio y dedicación incondicional muy por encima del que él está dispuesto a asumir o a corresponder.
En cualquier caso, los celos son una emoción básica natural, una reacción de alerta que sólo deviene patológica cuando adquiere una intensidad incontrolable para el individuo que la sufre. Muchas personas interpretan los celos como una indicación de importancia, como una verificación de interés por la persona depositaria de los celos, que incluso puede llegar a sentirse halagada. En muchas ocasiones, sobre todo las mujeres, que entienden más de estrategias y de cómo dar celos que los hombres, se usan los celos para que el “otro” se defina. Para que existan celos debe existir un rival, cierto o imaginario, a partir del cual se establece una comparación, una competencia y un temor a ser reemplazado porque no se esté a la altura de la competición.
Los celos presentan diferentes variantes:
· Celos del pasado. Síndrome de Rebeca. Proceso de historización.
· Celotipia, celópatas. Síndrome de Otelo. Son los celos patológicos, delirantes y las más de las veces agresores, de aquel que no necesita pruebas porque ya sustenta la convicción de que su pareja le engaña.
· Complejo de Medea. Según la mitología Medea ayudó a Jasón a conquistar el vellocino de oro y luego se casó con él. Cuando fue repudiada por aquel, Medea mató a los hijos que había tenido con éste para vengarse del abandono.
· Celos del pasado. Síndrome de Rebeca. Proceso de historización.
· Celotipia, celópatas. Síndrome de Otelo. Son los celos patológicos, delirantes y las más de las veces agresores, de aquel que no necesita pruebas porque ya sustenta la convicción de que su pareja le engaña.
· Complejo de Medea. Según la mitología Medea ayudó a Jasón a conquistar el vellocino de oro y luego se casó con él. Cuando fue repudiada por aquel, Medea mató a los hijos que había tenido con éste para vengarse del abandono.
El temperamento será el primer indicador a valorar en el trastorno de los celos porque marca la forma de reaccionar ante el estímulo de los celos:
· Activos (fuego/aire): vuelve a las personas atrevidas, inquietas y precipitadas en sus acciones. La constitución caliente y seca es la más propensa al amor y a las reacciones explosivas. El fuego no se conforma: lucha. Celos pasionales.
· Pasivos (agua/tierra): Las hace tímidas, pesadas y taciturnas. La explosión de los celos es más interna que externa, angustiosa, depresiva.
· Activos (fuego/aire): vuelve a las personas atrevidas, inquietas y precipitadas en sus acciones. La constitución caliente y seca es la más propensa al amor y a las reacciones explosivas. El fuego no se conforma: lucha. Celos pasionales.
· Pasivos (agua/tierra): Las hace tímidas, pesadas y taciturnas. La explosión de los celos es más interna que externa, angustiosa, depresiva.
Por: Agustin Carias.
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